Hoy en día, la gente comete una amplia gama de crímenes terribles, pero se perdonan a sí mismos testificando cada semana. Piensan que pueden arrepentirse simplemente creyendo, pero la verdad es que tienen la fe para repetir los pecados una y otra vez sin remordimientos. Estas personas expían sus malas acciones solo para sentirse cómodas y despreocupadas. No se trata de las víctimas que sufren por su culpa. Dicen que todas las personas son iguales ante las religiones, pero es hora de discriminar a quienes las utilizan solo para sus propios intereses. Para la religión moderna, es necesario averiguar si realmente son buenas personas, castigarlas si lo merecen y abogar por la justicia. Un sacerdote con este sentido de la justicia se une a un detective y un fiscal. Intentan resolver la misteriosa muerte de un sacerdote anciano y hacer justicia.